Hoy 15 de febrero se cumplen 49 años de la caída en combate del cura guerrillero Camilo Torres Restrepo; mucho se especula de su muerte, unos dicen que murió por rescatar un fusil, otros dicen que jamás debió haberse incorporado a la guerrilla, lo cierto es que como un trofeo de guerra hasta el día de hoy no sabemos absolutamente nada de sus restos mortales y como dice la canción “Camilo torres muere para vivir”.
Camilo provenía de las familias más adineradas de nuestro país, pero, a pesar de su condición se aferro por construir una sociedad justa, una sociedad donde la politiquería y el oportunismo no determinaran las condiciones económicas y sociales de una familia. Su legado más importante fue su ideario de unidad “Insistamos en lo que nos une y prescindamos de lo que nos separa”, entendió que si no se unía el marxismo con el cristianismo difícilmente se podría luchar contra la oligarquía colombiana.
Por eso hoy el pensamiento de Camilo sigue vigente, por encima de las ideologías y grupos políticos; el amor eficaz de Camilo, nos invita a pensar en el prójimo, en los desvalidos, en los niños y niñas que se rebuscan en las esquinas de los semáforos, ese es el verdadero pilar de todo proceso organizativo revolucionario y los trabajadores tenemos el deber de entregarnos y profundizar los cambios sociales en nuestro país.
Camilo en su mensaje a los sindicalistas afirmaba “La clase obrera, como el pueblo colombiano, ha sido superior a muchos de sus dirigentes. Cuando la clase obrera se unifique por la base, hará la presión necesaria para que los dirigentes que no quieren la unión o no quieren la revolución sean arrojados a la orilla por el pueblo colombiano, que como un torrente se ha desencadenado en busca de la toma del poder”.
Es importante señalar que Camilo no le pertenece a ninguna fuerza política, el único propietario de su ideario es el mismo pueblo colombiano, las organizaciones políticas dentro de nuestros sindicatos son necesarias, sin ellas proliferaría una clase de dirigentes totalmente despolitizados, pero a su vez muchas de estas organizaciones políticas privilegian la condición de poder, esto conlleva al caudillismo, al personalismo y en muchos casos cuando estos dirigentes no siguen en las mieles del poder montan sus toldas aparte.
Debemos reenamorarnos de la lucha popular, reflexionar de nuestro papel dentro nuestras organizaciones políticas o sociales, la verdadera esencia de la lucha revolucionaria no es el poder por el poder, es el poder como Camilo nos lo enseñó; esta fecha marca el inicio del año del amor eficaz, no podemos pasar por alto el cincuentenario del cura, el político, el guerrillero que por amor y entrega a su pueblo, lo llevó hasta el punto de entregar el don más preciado del ser humano, la vida.